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lunes, 28 de junio de 2010

algo así...

soy muy inteligente para algunas cosas y sin embargo tan ignorante para otras. ignorante al punto de la estupidez. ignorante al punto de lo ridículo, lo insólito, lo absurdo.

no sé qué estoy haciendo acá y no sé si esto significa que voy a volver o es un interin en que necesitaba vomitar palabras por estos lados. de todas formas creo que haré un resumen de algunas cosas, pero como un monólogo interior, como un diálogo conmigo misma. por eso es que pido disculpas; por eso y porque me es imposible ponerme al día con todos los blogs, además de que actualmente no estoy en condiciones de hacerlo. quiero volver pero no sé. sin más, resúmenes...

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Nos pegamos carteles por toda la Ciudad Vieja para encontrarnos. Sí, jugamos a las escondidas, sintiéndonos niños, teniendo que rodear la monumental puerta de la Ciudadela, entrar a preguntar en bares por sobres con la siguiente pista, sentir la adrenalina de dejar pistas en lugares prohibidos, frustrarnos por no encontrar algunas, ser guiados por mensajes de texto, sonreír al encontrarnos finalmente. Un juego divertido y tonto, el preámbulo de una noche genial.
Después el silencio disléxico, el silencio de esa boca que conoció tanto de mí, que se abrió de par en par para vomitarme su pasado, sus dolores, sus chamuyitos infantiles y algunos miedos.
No dolió tanto. Yo había accedido a la salida sólo porque lil sis me lo había rogado, me había convencido de darle una oportunidad a ese chico que al parecer desde hacía tiempo me veía disimuladamente en los bares que frecuento sin animarse nunca a hablarme. Lils sis insistió e insistió ante mi orgullosa negativa, mi poca predisposición para tratar con gente en ese entonces. Accedí y jugamos hasta desaparecer.

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Mejoramiga tiene sus altibajos, sus idas y vueltas, una cosa rara de un tiempo a esta parte que no he podido descifrar. Todo depende de sus humores. Si ella está bien y tiene ganas, hablamos como siempre, cuando no, desaparece y la distancia real y física me impide el contacto de la manera que quisiera. No puedo decidir tomarme un medio de transporte así como así para ir a visitarla y propiciarle un sacudón recuperatorio. La última vez que nos vimos, yo estaba en una situación completamente desesperante y necesitaba ver una cara conocida, amiga, familiar, de alguna forma. Llegué a su casa, con los nervios de perderme por el camino, bajó a abrirme y ni bien nos abrazamos me largué a llorar. Era la primera vez después de un episodio traumático, que me sentía en confianza con alguien para descargar toda la angustia contenida. Subimos y hablamos por horas, conté los detalles del caso, seguimos hablando como siempre, encontrando nuevamente esa conexión inexplicable que existe a pesar de la distancia, las separaciones, las actitudes extrañas. Pero sin que pasaran demasiados días, una nueva decepción cae sobre mí. La ausencia, el no poder explicarme a mí misma las cosas...
Olivia tiene este extraño mecanismo a veces. Algunas veces le funciona, otras no. Pero resulta que algunas veces es demasiado necesario: pospone, sublima. Se propone con firmeza olvidar ese dolor (seguramente luego lo retomará) porque hay una situación con cosas más importantes que enfrentar y necesita estar entera. Pero la sublimación es simplemente algo provisorio.

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El verano también estuvo regido por una sublimación constante. Las vacaciones en familia debían estar por encima, debían disfrutarse porque después venía un perdíodo de estrés importante que afrontar. Pero había una angustia latente, una pérdida, un no sé qué inexplicable. Lejos, ajena a toda comunicación con el mundo real, la sublimación se logró con la ayuda de "La novela luminosa" de Mario Levrero, música power, caminatas por la playa, conversaciones con lil sis, chistes familiares y la soledad hermosa con olor a mar.
Meses después, en épocas de flaqueza, el muro que sostenía todas esas paredes, después del estrés académico, después que todo el caos fue amainando y volvió la calma, se fue cayendo casi imperceptiblemente. De a poco llegaban retazos de momentos vividos que la nostalgia vestía de tristeza. Aún ahora, en todas y todas mis noches de insomnio (que se convierten en todos los días) vuelve algún recuerdo de esos que duelen. El verano está acá todavía. Olivia siente olores que no existen.

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La cosa con buenamigo tiene tantas idas y vueltas que es imposible resumirla acá. Me dan ganas de matarlo a veces, pero es tan bueno y lo quiero tanto, que siempre termino renunciando a la idea. La dejó a ella. En principio tuvimos los mejores momentos, salimos muy seguido, nos emborrachamos juntos (lo que llevó a varios episodios muy divertidos, pero en su momento vergonzosos, que también implicaron a otras personas), nos unimos más, planeamos cosas juntos, aprovechamos el tiempo, fuimos al cine, a comer, a recitales, a plazas, a cualquier cordón de la vereda, mantuvimos charlas locas con gente que está mal de la cabeza, tuvimos sesiones de cine en casas de amigos, miramos películas en casa de uno u otro (cumplimos la promesa de mirar cierta película juntos) y mil etcéteras más, en un clima totalmente distendido y de amistad. Pero Olivia es media bruja y se huele las cosas desde lejos. Volvió con ella, nunca mencionó nada. Cuando explotó discutimos, peleamos, me enteré de cosas que no me gustaron, pero en el medio a mí también me pasaron cosas, cosas verdaderamente terribles, con las que las otras, en comparación, se volvieron insignificantes. Media recelosa dejé el tema en la nada. Volvimos a ser amables uno con el otro, a pesar de mi actual ostracismo, de mi misantropía, de este invierno que se alojó adentro.

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"yo quise el fin y había más"
La última vez que crucé esa puerta, lo hice casi resignada. Nos debíamos algo y lo sabíamos. Cumplimos, pero toda mi predisposición colaboró a que fuera un fiasco. Al menos para mí. Tanto, que me molestaron pequeños detalles que en otro contexto hubiera pasado por alto: la misma comida fea de siempre, que no se afeitara, irme sola, tener al sol en nuestra contra. Pero todavía quedaba algo del verano y aunque la sublimación tenía sus barreras bien puestas, Olivia necesitaba demostrarse a sí misma que no importaba nada del pasado y que podía hacer lo que quisiera de ahí en más.
Olivia a menudo se engaña. Se juró que no habría más y en la práctica pudo mantenerlo. Pero todos sabemos, que teoría y práctica nunca son lo mismo. Y a Olivia le gustan demasiado las palabras.
"lo que yo quise encontrar
estaba atrás y no aquí"

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Perdí sangre, perdí amigos, perdí paciencia, perdí tiempo, mucho tiempo, perdí sangre, perdí oportunidades, perdí llamadas telefónicas, perdí sangre, perdí peso, perdí tiempo, perdí sangre, perdí conexión, perdí sangre, perdí los estribos, perdí sangre...........
Y estuve sola, completamente sola, mucho tiempo.
Perdí sangre, literalmente.
Perdí tiempo en hospitales.
Perdí tiempo para mí misma y mis buenos augurios.
Perdí las ganas de todo.
Hoy soy una ostra, tomo pastillas para todo, tengo miedo, angustia, soledad y frío.
Olivia odia parecer una pobrecita, pero a veces, necesita que la mimen.

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Volvimos a ver al Talibán. Después de dos años, casi de casualidad, en una situaciónq ue nos pareció muy graciosa. Ahora tiene novia y es un tipo decente, auqnue luzca todavía esa onda bien desprolija.
No nos saludamos. Comprobé, con cierto nerviosismo, que me miraba, como si tuviera intentiones de decirme algo, pero el contexto hacía que me diera demasiada vergüenza reconocer que nos conocíamos.
Con mejoramiga nos reímos mucho las dos veces que lo vimos en esa semana. Recordamos lo loco de que hace dos años atrás todo fuera completamente distinto, de que esa breve historia en que me vi implicada con el Talibán, haya contenido otra historia que hoy termina en matrimonio. La vida es lo más loco qué existe, para qué queremos las películas?

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Tuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu..... Tuuuuuuuuuuuuuuuu
hizo el teléfono.
Y adentro se le rompía lo poco que quedaba de alma en mil pedacitos.

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Lo único que Olivia puede hacer es ir a clase. Y lo único que quiere (eso y mirar The Big Bang Theory). Aunque le cueste un esfuerzo terrible salir de la cama, comer, prepararse. Aunque en el salón haga un poco de frío y algunas cosas amenacen con hacerle volver los ataques de ansiedad. Aunque comentarios estúpidos atenten contra sus nervios. Olivia va a clase y se mete en esa burbuja hermosa en que todo es la premisa del día, los colores, el teórico de turno o el trabajo manual. Hoy más que nunca, Olivia es un hermoso lío.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El que avisa no es traidor...

Intenté nuevos contactos con eltipoperfecto. No es el mismo. En parte sí, pero no es el mismo conmigo porque no necesita ser como era antes conmigo. No necesita que le banque la cabeza, le cuente cosas, le dé consejos o que discutamos sobre la metatextualidad, los datos insignificantes que nos empeñamos en saber, las pequeñas obsesiones, Tabucchi, Roth, Saer, Borges, lo poco que me gusta Sabines, las locuras de mejoramiga. No lo (me) necesita.

Es rarísimo, pensaba en momentos de reflexión, sentir que alguien no te "necesita" más. Siempre sostengo que nadie es imprescindible. Se lo dije incansables veces a buenamigo y a mucha otra gente. Pero no deja de ser rara esa sensación.

Así que intento el contacto, la risa fácil, las preguntas de rigor y muchas nuevas. Pero no. Ya no me pregunta por mi familia, por mi hermana, por mi padre, no se empecina en hablarme de fútbol ni empezar a inventar historias de futuros poco probables. Leo entre líneas su felicidad, su vida tranquila, demasiado simple para mi gusto, las pequeñas satisfacciones, las abundantes lecturas que ya no comparte conmigo... Y extraño a ese amigo que ya no me necesita, que me parece tan otro al releer sms o mails larguísimos llenos de intercambios de información, noticias y risas cómplices.

Mi autoestima está más que por el suelo en estos días. Y todo lo que pasa parece querer bajármela más puntos. Desde la lluvia, los trabajos que no salen, la creatividad que no llega, relaciones que me hacen sentir muy estúpida y un tanto usada. Nada ni nadie hace nada para subírmela.

Y yo intento, intento la cara de poker o la cara feliz, decir "todo bien, no pasa nada", "no me molesta", autoconvencerme de que mis sacrificios de inversión en tiempo, viajes, paciencia, palabras justas para otros, valen la pena... y capaz que no.
Pero Olivia un día se va a cansar... y que se joda la autoestima de quienes sean, si me canso.




(en estos días con lil'sis hemos estado recordando viejos tiempos, cuando yo era una pendejita y ella apenas una niña que copiaba todo lo que yo hacía porque "me admiraba". entonces nos acordamos de esta canción que tanto nos gustaba. y hoy la escuché pila de veces, me trajo olas y olas de recuerdos. y comprobé que aunque han cambiado muchas cosas, me sigue gustando)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Jot

Con qué canción harían un Striptease?

Una vez discutí eso con una amiga (cosa que meses después me llevó a una anécdota interesante -muy!- con chico-sorpresa) y pensé en esta canción:







Tiempo después descubrí que a mi lista podía sumarle, sin lugar a dudas, esta otra:







Razones objetivas? Ninguna. Escucho esas canciones y me ponen de ese humor. Me encantan cualquiera de las dos (aunque a la segunda le tengo un cariño especial más allá de lo del striptease).
Además, después de aquellas charlas y risas en discusión de cuál era LA canción, cada vez que escucho la primera, no pienso en otra cosa más que aquellos tiempos y me río ante la idea del strip. Porque claro, soy demasiado tímida. El alcohol ya me ayudará alguna vez.

lunes, 19 de octubre de 2009

Vicio.

Soy una tipa sanita, no fumo, tomo moderadamente y, aunque no hago ejercicio más que correr el bondi de vez en cuando, me considero sanita. Pero tengo alguno que otro vicio. Las infusiones es uno, el café, sobre todo, el té... y trasnochar.
Es cierto que mi mejor momento para trabajar es la noche, mi casa está en paz, todo parece más tranquilo y mis horarios familiares así disponen que todo sea mejor a la noche, pero además de esto, trasnochar me es casi indispensable, me gusta, mucho. Trabajo, aprovecho el tiempo, pero también boludeo algunas veces, hablo con otros trasnochadores, escribo, escucho música...

Las cosas a veces amenazan con torcerse, pero así como por días me ataca estar contra el mundo, por algunos momentos siento que las cosas se vuelven a acomodar en su sitio, las pequeñas seguridades de siempre parecen retornar y los viernes tienen sentido, las madrugadas tienen un nuevo sabor. De pronto vuelven las risas, los verbos inventados, las canciones que cantamos con voces tipográficas. Hablar como si la última vez hubiese sido ayer, como si todo el mar que nos hundió por meses hubiera sido nomás una ola inofensiva de apenas unos segundos. Saber qué va a decir la otra sin verle la cara, no poder ocultar nada, tener que resumir tanta vida en tan poco tiempo.

Y comprender, o aceptar, sus silencios como consecuencia de una nueva felicidad. Y esperar que me llegue también, algún día, esa paz de abrazos y besos que no se vayan nunca más de mi lado. Pero mientras, saber que los planes no acaban, que las vidas están entrelazadas porque los cimientos son buenos y no los tiró la tormenta. Retornar, como de un viaje forzoso, a esa costumbre que tuvimos siempre de trasnochar y que tan bien nos sale.
Espero haya vuelto para quedarse, que sigamos inventando palabras y planeando viajes estrafalarios, convidando a la suerte con nuestras risas de bares y canciones a los gritos por ciudades que no nos pertenecen.

Y trasnochando, cuando no queden más almas que nos banquen el calor de la madrugada y se apaguen todas las luces del barrio. Trasnochando por vicio, por costumbre, porque parece estar grabado en nuestros nombres que riman uno con el otro, por ser nosotras lo que nosotras quisimos más allá de todo. Y los de afuera... de palo.


"Winter, spring, summer or fall..."